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adminBuenos Aires.- Setenta años después del golpe militar contra el entonces presidente de Argentina, Juan Domingo Perón, quien partió aquel 16 de septiembre de 1955 a un largo exilio, el peronismo sigue siendo un movimiento político de referencia mundial y hoy es la gran alternativa al ultraderechista Javier Milei.
Una facción de las Fuerzas Armadas se levantó ese día contra Perón y asumió un Gobierno de facto que prohibió durante casi dos décadas cualquier mención a su figura, al Partido Justicialista y a su pareja, Eva Duarte. El cuerpo de Evita fue secuestrado y estuvo desaparecido durante años.
«Entre la sangre y el tiempo, prefiero el tiempo», pronunció entonces Perón al justificar su exilio para evitar una masacre. Esa sentencia influyó en cómo este movimiento popular -nacido al calor de otros contemporáneos como el brasileño Getúlio Vargas o el mexicano Lázaro Cárdenas – se concibió a sí mismo y perduró hasta la actualidad.
El primer choque de Perón fue con la Iglesia Católica, a la que se sumó una facción del Ejército, empujado por las élites conservadoras, que no veían con buenos ojos como Perón se había convertido en el líder de la clase trabajadora. En este contexto, fue reelegido en 1951 como presidente.
El 16 de junio de 1955, aviones de la Marina de Guerra identificados con sectores católicos bombardearon la Plaza de Mayo y la residencia presidencial, en un intento por matar a Perón. En consecuencia, asesinaron a más de 300 personas; y tres meses después los militares lo derrocaron.
La historiadora Camila Perochena, de la Universidad Torcuato Di Tella, define, en declaraciones a EFE, el peronismo como «un movimiento político de masas muy disruptivo de la historia argentina y uno de los movimientos que inaugura la tradición populista en Latinoamérica».
Martín Rodríguez, analista político y ensayista, asegura a EFE que, a través de su historia, el peronismo es «la fuerza que mejor entiende la relación entre el sistema político y la sociedad».
«Perón hace algo diferente a lo que se venía haciendo, propone que al movimiento obrero hay que integrarlo y no reprimirlo porque, para él, esa era la manera de evitar una revolución comunista», explica Perochena.
Perón se inició en la política como secretario de Trabajo durante el Gobierno militar de Edelmiro Farrell y, desde esa posición, estableció una relación con los sindicatos y promovió los derechos laborales.
Tras ser encarcelado por disputas internas en aquel Gobierno, el 17 de octubre de 1945 cientos de miles de trabajadoras y trabajadores tomaron las calles para pedir su libertad, lo que lo catapultó a ganar las elecciones presidenciales de aquel año e iniciar un gobierno transformador.
Juan Manuel Abal Medina, politólogo y exjefe de Gabinete durante el Gobierno de Cristina Fernández (2007-2015), explicó a EFE su interpretación sobre el fenómeno peronista: «Lo que en Europa se consiguió en materia de igualdad social durante décadas, el peronismo lo hizo en menos de diez años. En muy poquito tiempo, el peón de campo pasó de ser propiedad del patrón a convivir con él en las playas donde ahora vacacionaban por igual».
Ante la nueva Argentina que se abrió paso, los sectores económicos y políticos contrarios al peronismo intentaron diversas estrategias para controlarlo: desde proscribirlo y perseguir y asesinar a sus militantes, como ocurrió durante la última dictadura (1976-1983), hasta cooptarlo para dotarlo de un programa neoliberal, como fue el caso de la Presidencia de Carlos Menem (1989-1999).
Este movimiento siempre llegó al poder por la vía democrática: Perón en 1945, 1951 y 1973 (tras su regreso al país); Menem en 1989 y 1995; Néstor Kirchner en 2003; su esposa Cristina Fernández en 2007 y 2011; y Alberto Fernández en 2019.
«El peronismo sabe perder», destaca el analista Martín Rodríguez, al recordar que también ha sido derrotado desde el regreso de la democracia a Argentina: Raúl Alfonsín en 1983, Fernando De La Rúa en 1999, Mauricio Macri en 2015 y Javier Milei en 2023.
«Para los antiperonistas -añade Rodríguez- el peronismo es una suerte de larga excepción que un día tiene que terminar, pero eso es lo que lo convierte en regla. El peronismo es un subsistema del sistema político argentino».
Abal Medina añade el factor social que mantiene vigente al movimiento: «Los sindicatos se fortalecieron para defender las conquistas del peronismo por esa igualdad lograda a favor de los trabajadores».
Hoy, el principal contrincante del ultraderechista Milei está en el justicialismo: en las recientes legislativas de la provincia de Buenos Aires, que reúne al 40% de la población, la coalición liderada por el gobernador peronista Axel Kicillof derrotó a La Libertad Avanza por más de 13 puntos, lo que desató una crisis de confianza en los mercados y puso en jaque al Gobierno nacional.
Kicillof se perfila ahora como eventual candidato a disputar la Presidencia a Milei en 2027, mientras la titularidad del Partido Justicialista sigue en manos de la influyente Cristina Fernández, quien cumple una condena de seis años de prisión domiciliaria por administración fraudulenta de obras públicas.